miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿Dónde está...?

Se puede encontrar en cualquier lugar, donde más lo esperamos y donde menos.
Las miradas de una chica a las 7:42 de la mañana al lado del Día que hay cerca de casa, la chica que espera día a día a que su amiga baje para ir juntas a clase y cada vez que pasas se queda mirando, la compañera que se sienta dos filas delante con la que solo bromeas de lo poco que os comunicáis en clase, la dependienta de la panadería a la que vas a comprarle el desayuno cada día con la que te permites hablar un poco e ir soltando cosas más personales, la chica apoyada en la pared que cuando pasas en el coche deja de escribir en el móvil y se queda mirando y baja la mirada, la miras y te vuelve a mirar, se sostiene la mirada y hay una sonrisa mutua mientras el coche (o el destino) sigue avanzando sin dar lugar a más.
Cada una de las miradas de esas personas con las que te cruzas cada día, que aun siendo la misma hora y el mismo lugar nunca es la misma gente, ni la misma mirada, ni el mismo significado, y no hacen las calles más especiales ni las colorean de un color distinto al que ya tienen.
Pasamos las horas, los días, las semanas, los meses, los años, la vida, buscando a esa persona que con una simple mirada nos cautive, que con una sonrisa encienda nuestro mundo, y quizá la buscamos demasiado y no nos damos cuenta de que esa persona puede ser con quien hablamos día tras día, que en vez de esa compañera de dos filas de lejanía (que en realidad está a dos años luz de nosotros) puede ser la compañera de al lado, que en vez de cualquiera de esas personas que nos cruzamos podría ser esa persona con la que necesitamos hablar aunque solamente sea para decirle nuestra nota de hoy, o necesitamos recibir un "quieren hablarte" para saber que aún esta ahí y no se va a mover.

Pasamos una vida entera buscando a la persona adecuada en el sitio que creemos más adecuado, cuando quizá es el mas equivocado. Los seres humanos tendemos a volverlo todo más complejo, y no ver la esencia en si, las cosas simples son más acertadas que las complejas. Queremos encontrar a esa persona con la que transformar nuestras noches junto a ellas en un ciclo sin final, y cuando la encontramos no queremos perderla jamás, aunque sepamos que es un paracaídas que al final se pinchará y caeremos estampados contra el suelo. Porque como siempre (al menos a mí) empiezo en lo más alto, y de pronto ya no toco las nubes, ni si quiera las puedo oler, y cuando me quiero dar cuenta ya estoy intentando levantarme, y después de esto, martirizándome.

¿Y si no pasáramos la vida entera buscando a esa persona y simplemente dejásemos que entrase por si sola? Yo de momento prefiero quedarme en la acera, paseando, estoy mejor que bien, hasta el día que venga esa persona a contestarme a "¿porqué si he de tenerla?" y cuando me quiera dar cuenta ya las calles no puedan coger el mismo color sin ella.

1 comentario:

  1. aiis Dani, siempre me gustan tus entradas, pero esta me encantó, que genial *_*

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