jueves, 15 de diciembre de 2011

El Fin Del Comienzo

Muchos días, muchos cambios, desde lo personal hasta en el clima. Demasiadas cosas han pasado y la mayoría aún las sigo recordando.


No podría decir que hoy tengo los sentimientos a flor de piel, que se dice, pero si en este momento al menos. Te das cuenta de lo que el tiempo corre, a tu favor, pero también y sobre todo en contra.
Te das cuenta de que en cada suspiro te estás olvidando de muchísimas cosas, dejando pasar la mayoría de ellas, que con ese suspiro se elevan, se escapan y se pierden.


Y los echaré de menos, a todos esos compañeros de los cuales he aprendido mucho, personal y profesionalmente, hasta sin haber tenido contacto con alguno. Echaré de menos cada calada mientras el Sol salía de entre las montañas. También más tarde, cuando ya estaba en su esplendor, escondidos en aquel rincón prohibido, aprovechando y recuperando las horas que mientras, en parte, perdíamos. Aquellas conversaciones sobre todo, sobre nosotros, mi vida, la suya y de nadie más.


Todo, absolutamente todo lo que ha pasado entre esas cuatro paredes, o en las cuatro paredes del bar al que íbamos cuando no deberíamos de estar ahí, o en alguno de los escondites en los que invertíamos un poco de tiempo en humo y conocimientos (sobre nosotros mismos, y de ahí a la vida), todos y cada uno de esos segundos, de esos momentos, pasaban rápidos, se evaporaban dejando un suave rastro en cada uno de nosotros, pero desaparecerían tarde o temprano.


Quien sabe, quizá dando un paso más (literalmente) cuando debía, al lado de aquella puerta del aquel baño, entre el silencio que contienen los pasillos de "Acceso Prohibido" a cualquiera que no fuera del personal, todo habría cambiado. Quien sabe si lo que hacemos se puede traducir en correcto o incorrecto, en malo o bueno, o simplemente en lo que hemos hecho y lo que no.


Tres meses, 440 horas, alguna más y alguna menos. Todas ellas resumidas en la sonrisa de cada día al entrar, y en la tristeza de hoy al irme.


No sé si las despedidas pueden ser emotivas, son despedidas al fin y al cabo, y no me gustan. Nunca nos deberíamos despedir de nadie, siempre digo "hasta luego". Hoy lo dije, y era una despedida emotiva, entre abrazos, besos y cogidas de mano que transmitían seguridad y cierta nostalgia a la par.


-"No perdáis la inocencia, y seguid así. Habéis sido los mejores, sin duda alguna" - Y eso, desde su experimentadas vidas es demasiado decir.


-"No, no la perderemos... Nos la quitarán, si no nos la quitaran sería extraño, y demasiado feliz para ser real. Nos la quitarán, si es que aún nos queda algo, pero seguiremos siendo los mismos."


Después, sus ojos mojados, el silencio mutuo, el último (de este día solamente, seguro) cigarro conjunto. Un abrazo, dos verdades y un "nos vemos mañana". En otro lugar, en otro plan, con otra gente y quizá con otro tiempo que se perderá de distinta forma.


Porque las despedidas no existen, siempre nos reencontramos, sólo hay que saber llevar la espera. Terminaré diciendo la frase que un grande dijo una vez sobre un escenario, y que yo repetí hoy en aquellas escaleras dándole una calada al cigarro.


"Ha sido un placer, ya nos veremos. Y si no nos vemos será por mi culpa"


Cuatrocientascuarenta y tantas horas de su sonrisa haciendo que la vida no sea papel de lija.