jueves, 24 de febrero de 2011

Independencia

Quizá mi mayor defecto, que de un tiempo a esta parte me he convertido en alguien muy independiente, demasiado probablemente. Algunos le llaman virtud y otros defecto, y en el grado que yo empiezo a tenerla temo que pueda llegar a ser un defecto.

Sé valerme por mí mismo, no me gusta pedir ayuda para nada, me gusta intentarlo todo haciéndolo yo mismo, a veces hasta parece que pueda sobrevivir sin nadie. A veces echo de menos ciertas cosas que creo que nunca podré llegar a tenerlas, me agobio en cuanto alguien intenta convertirse en un asiduo en el día a día, en cuanto intenta imponer una monotonía; hablar sí o sí cada día, y si esto falla alguna vez bombardear a mensajes, un día fijo, obligatorio para quedar cada semana como si no existiera nada más, las conversaciones monótonas, el no parar de recordar las ganas de abrazar, besar o lo que sea... En definitiva, el no dejarme respirar.

Creo que todas esas cosas se pueden hacer bien, de una forma en las que no sobrepasen los límites, que puedan llegar a ser cosas bonitas y únicas de las cuales no cansarse (o agobiarse) nunca. Me gusta la improvisación, el dosificar los momentos, el no intentar explotar todo a su máximo exponente y que al final quede reducido a cero.

Enemigo de la monotonía, aliado de la improvisación, siempre en busca de algo mejor.

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