jueves, 10 de febrero de 2011

Desconectar

Salgo a la calle, todo me sienta mal, sin hacer caso a la huella del tiempo.
Sobran detalles y no es por soledad, si no me tomo un descanso reviento.

Acumulación de cosas... Exámenes, que están ahí, para no variar, y me están haciendo tener una presión y desconfianza que nunca antes había tenido. Inspiración, que ni para una canción me sale, es como si hubiera perdido la motivación que me hacía tener los sentimientos perfectos para escribir, esto me provoca frustración. La chulería de la gente, entiendo que te creas superior en contadas ocasiones porque te metes de todo a tu edad, que creas que todo lo que haces está bien y que tengas dos dedos de frente, sí, ¡de frente! Pero frente tus ojos y no te dejan mirar más allá. El frío ataca a mi garganta, como no... Es mi punto débil para estas cosas, y entonces me pongo más de malas aún, es un dolor increíble. Que me hablen para darme quejas y más quejas, que me vengan con el mismo cuento de siempre, que me infravaloren, que me quieran hacer caer en una rutina...

Estos días siguen siendo movidos, bastante movidos, pero siempre hay cosas buenas que al final mandan a todas estas al rincón donde mando todas mis penas, ese que realmente no me pertenece a mí, el único sitio donde me gusta que haya una frontera, y bien llena de pinchos. Montaña y playa, Cartagena y Madrid, correr y jugar al fútbol, el Atalaya y el Empire State...

Cada uno tiene su momento, y ahora sin duda necesito uno de cada, aunque a veces diga que preferiría lo más tranquilo y recogido de este mundo, otras necesito perderme entre la multitud de la gente, contagiarme de sus risas, enterarme de sus conversaciones y el estrés que provoca todo ello.

Los paseos por la Muralla o la Calle Mayor por la tarde-noche en un día cualquiera son muy relajantes, se ve gente pero no la suficiente como para decir que la ciudad está animada. Aún recuerdo los paseos que dí (dos breves pero intensos días) por La Rambla de Barcelona, tanto a las 10 de la mañana como a las 10 de la noche había gente y con ello poca tranquilidad. Ambos me gustan pero cada uno tiene su momento...

Puede ser un mar de contradicciones todo eso, pero es así, me gusta variar, odio la monotonía, y depende de la situación necesitaré un descanso de todo o perderme entre el estrés de la multitud.

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