miércoles, 8 de junio de 2011

Miradas

Aquella noche estábamos sentados uno en frente del otro mientras la humedad calaba nuestros huesos y empañaba la ciudad. Aguantarte la mirada ya no me era un desafío, de hecho me embobaba haciéndolo, pero esa noche a ti no te valía con eso...

-Tus ojos... -decías mientras entornabas los tuyos fijándolos aún más en los míos,
-¿Qué les pasa? ¿Se mueven? Eso lo hacen todos, no te asustes... -bromeaba yo, como siempre, creyendo que tu también lo hacías.
-No, no es eso. Es que... A ver, me gustan porque son grandes, y tienen un color bonito y ya tus pestañas... Pero... -te fuiste acercando más y más hasta estar a escasos centímetros de ellos- No sé que les pasa, no tienen ningún sentido. Es como si no estuviesen aquí.
-¡Pues lo están! Ojalá no lo estuviesen y todo esto fuese un sueño y después nos buscáramos por toda la ciudad, queriendo encontrar ese sueño. Pero yo estoy aquí y ellos también. No sé a que te refieres, la verdad...
-¡Pues que no tienen profundidad! ¡Que no sé en que estás pensando! ¿En qué piensas, a ver?
-Ahora mismo...
-Sí, ahora mismo, en este momento, tanto que me estás mirando.
-¡Míralos!
-Pues o estás pensando en todo o no estás pensando en nada...
-Pues sí que pienso sí... Pero no en todo, me concentro en este momento, o ni si quiera eso, dejo que todo fluya, te miro a ti, a tus ojos, me muero por comerte y por estar contigo. ¿No lo ves? Lo dicen claramente, solo tienes que mirar en ellos profundamente...

Se hizo durante un rato el silencio, no se escuchaba nada en la calle, sólo el sonido del aire, de las hojas de los árboles moviéndose suavemente y tropezándose unas con otras y nuestras respiraciones muy silenciosas.

-Nada, no lo consigo ver -desististe totalmente, mirando al suelo y buscando el móvil para mirar la hora y volver a casa.
-Pues... No hay más, la verdad, creo que no es tan difícil de entenderlos, como a mí...
-¿Sabes? Creo que nunca he sabido en que piensas, ni mirándote a los ojos ni mirándote a ti. Y creo que... Nunca sabré que intentan decir tus ojos o que intentas decir tú. Es una pena, porque me encantan pero si sigues con la cabeza llena de cosas... Nunca habrá quien te entienda.

Te levantaste y me ofreciste tu mano pero yo, como no, me levanté de un salto. Entonces te cogí, te puse pegada a mí mientras tus ojos se clavaban en mí y te miré fijamente.

-Míralos bien, ¿qué ves?
-Nada, sigo sin ver nada...
-¿No te ves reflejada, si quiera?
-Sí, pero lejanamente...
-Si te ves en mis ojos es porque únicamente estoy pensando en ti...

Continuamos con un beso y desaparecimos entre la niebla, dejando atrás el sentido de mis ojos por siempre.
Tú aparecías en ellos, pero como dijiste, lejanamente, habían demasiadas cosas delante y detrás, y poco a poco el velo que había por delante te terminó de borrar de mis ojos.

Nunca supiste mirarme profundamente, entenderlosme ni al principio ni más allá.
Te quedaste sin saber entender lo que pedían mis ojos, y sólo mirándolos un poco se puede ver qué están pidiendo a gritos. En ellos es el único lugar donde pongo barreras.


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